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jueves, 9 de abril de 2020

Texto en tiempos de Pandemias

Leemos en tiempos de Pandemias

Poesiás, relatos . canciones y cuentos cortos todo es maravillosos si podemos sumergirnos en los personajes de las historias narradas por sus autores y de esa manera armamos nuesteos propios personajes e historias. A disfrutar!!!!!!!

“Mami, por qué no podemos salir al parque?

Porque te amo.
Porque me amo.
Porque debo protegerte.
Porque así protegemos también al de al lado.

Por tus abuelos, por tus compañeros, por nuestros amigos y por los vecinos.
Quedémonos en casa, que aquí estarás seguro y tranquilo.

Si nos quedamos dentro, le daremos al mundo un respiro.
No salgamos hoy, para que mañana llegue el alivio.”

Autorxs desconocidxs
Visto y leído en la página #Santilli


“Codo con codo” – Letra y música de Jorge Drexler
“Ya volverán los abrazos,
los besos dados con calma,
si te encuentras un amigo
salúdalo con el alma.
Sonríe, tírale un beso,
desde lejos se cercano.
no se toca el corazón
solamente con la mano.
La paranoia y el miedo
no son, ni serán el modo,
de esta saldremos juntos
poniendo codo con codo.
Mirá a la gente a los ojos
demuéstrale que te importa,
mantén a distancias largas
tu amor de distancias cortas.
Si puedes, no te preocupes,
con ocuparte ya alcanza,
y dejar que sea el amor
el que incline la balanza.
La paranoia y el miedo
no son, ni serán el modo,
de esta saldremos juntos
poniendo codo con codo.https://youtu.be/_fYKg-ssHt0


“Domingo en cuarentena:
El tiempo de la pandemia me sorprende transitando los primeros días de mi jubilación. Así es como la interrupción de la rutina laboral se confundió en mí con el aislamiento social. Como puedo, voy exorcizando los fantasmas que me acechan. Para ello llevo adelante minuciosos rituales de desinfección en base de lavandina, alcohol 70/30, agua y jabón. Lavo mis manos, la ropa, los zapatos, los pisos y todo tipo de superficies, planas o rugosas, que se cruzan ante mi vista. Aplico un estricto protocolo sobre mí misma y sobre los convivientes en mi hogar. Un capítulo del mismo está dedicado al dengue: coloco pastillas de Fuyí y esparzo Off sobre brazos, tobillos y piernas. La batalla cotidiana me mantiene entretenida gran parte del día. Porque tengo una casa, puedo y DEBO quedarme en ella. Y tengo familia, afectos, amigas y amigos con quienes compartimos maneras de cuidarnos, de querernos, de acompañarnos con sanas distancias físicas, bajo la promesa de que volverá el tiempo de los grandes abrazos.
Para sostener el distanciamiento tengo tele, computadora, WIFI, Netflix, Flow, celular con Watshapp. Tengo libros para leer, conferencias y cursos virtuales para explorar, películas para mirar, teorías para descubrir y estudiar. Soy consciente que no es esta la misma situación para todas las personas porque los modos de atravesar la pandemia y la cuarentena están atravesados por las condiciones de clase y sector social. En medio de memes, noticias y mensajes transcurro estos días tan aciagos. A veces tengo la sensación de estar viviendo una película de ciencia ficción (de esas que prefiero no mirar) y me invaden sentimientos de zozobra. ¿Quién ganará la batalla? ¿Cómo saldremos de ésta? ¿A qué costo? ¿Cómo sobrevivirán los más vulnerables? Llena de incertidumbres, me debato entre un silencio observador y una palabra chiquita, que diga sin altavoces, porque lo que tengo para decir no es del orden de la verdad revelada.
Hoy la tarde se me tornó pesada: una cierta opresión en el pecho, una sensación de desánimo generalizada. ¿Cómo hace “el señor tiempo” para saber que hoy es domingo frente a la igualdad de las tardes de la cuarentena? Encerrada en mis reflexiones estaba cuando recibí los mensajes de algunas docentes de la escuela que me contaron que narran cuentos por celular, que ayudan en las tareas a quienes fueron sus alumnos y alumnas en años anteriores, apuntalándolos y sosteniéndolos. Y en este dar, también reciben fotos, videos, trabajos que hacen los chicos y las chicas desde sus hogares. Afortunadamente, los compartieron conmigo. Así, hoy pude ver a Felipe, de ocho años, que es escritor y mostró sus trabajos y los explicó con una profesionalidad envidiable. Y también vi en mi celular el desfile de muchísimos arcoiris, hechos de distintas formas, trazos y texturas, unificados en un mensaje sencillo: “Después de la lluvia un arcoiris. Después de la tormenta, la calma. Después de un final, un nuevo comienzo”. Los dibujaron los chicos y las chicas en algún barrio, en una ciudad del planeta, que asisten a una escuela que se transformó en virtual para poder seguir presente sosteniendo los vínculos y los lazos construidos fuertemente.
Ya es de noche. Continúo debatiéndome entre incertidumbres, silencios y palabras mudas. Pero me acompañan los arcoiris.”

Betty Jouve

Docente, escritora y autora de “Crónicas desde la escuela”; “¿Se nace o se hace? Crónicas de una maestra”; “Entre guardapolvos y campanas” y “Días de escuela”, entre otros libros y artículos publicados en diversos medios.



Ilustración de un niño que es alumno en la escuela Nº 150 de Rosario.

Carlos Skliar

Arte de Dolores Mendieta


“Siempre los acontecimientos inesperados crean conmoción, zozobra, y todo lo que se había pensado hasta ahora pasa a formar parte de una debilidad común para comprender por qué algo sucede y qué haremos con ello.

Mucho más evidente es la debilidad cuando el acontecimiento en cuestión entraña una masiva enfermedad y muerte, y el tiempo para pensar se vuelve angosto y hasta, según la opinión de ciertas personas, secundario, o inclusive innecesario.
Frente a ello habrá un ejército de falsos comunicadores y profetas de toda calaña que, amparados en el vértigo de la información, practicarán el juego aciago de subrayar su ego por encima del bien común.
No es la primera vez en que la humanidad se ve envuelta en su propia perplejidad y desasosiego, pero cada vez es distinta: la propia idea de desamparo de los mayores, las restricciones poblaciones, el control militar de las ciudades, la suspensión de los encuentros públicos, el cierre de fronteras, el deterioro de las políticas de salud, hacen de esta situación algo difícil de pensar.
Pero hay que pensarlo.
En nombre de la vieja humanidad y de la humanidad que vendrá, da la impresión que el cuidado del mundo y el cuidarse del mundo vuelven a estar en el primer lugar del pensamiento.
No deberíamos estar solos ni pretender salvarnos individualmente, nunca. El mundo, con todas sus imperfecciones y sus malditas artimañas del capitalismo arrasador, arriesga su propia existencia a cada paso, en cada segundo.
La humanidad que lo habita es un espejo de cuerpos y palabras y una caja de resonancias cuyos ecos parten desde cualquier lugar y en cada lugar crean efectos diferentes. Allí deberían estar las políticas para darnos señales de cómo se nos cuida, de qué hay que cuidarse, cómo hay que cuidarnos, quiénes son los que merecen mayor cuidado.
En las épocas donde miles de supuestos e improvisados especialistas nos atosigan sobre cómo ser felices, cómo no perder el tiempo, cómo ser lo que deberíamos ser o cómo no ser lo que somos, hay que dar paso a aquellos y aquellas que estudian el problema alejados de cualquier provecho personal o empresarial. Escucharles.
No se trata solo de la información, siempre cambiante; se trata sobre todo de una ética comunitaria, de asumir responsabilidades comunes, de entender que en un país desigual, que en nuestras ciudades desiguales, la lógica de la salvación personal no solo es egoísta sino también delictiva. Hay en todo esto estupor, sí, pero quizá haya la posibilidad de mirar más allá de nuestras narices, de no ver solo la punta de nuestros pies, de darnos cuenta al fin que, parafraseando aquel verso del poeta Roberto Juarroz: “pensar en otra persona, quizá, se parezca a salvarla”.

Carlos Skliar, 14/03/20.



Arte de Dolores Mendieta


1946 — Dylan Thomas — Image by © Hulton-Deutsch Collection/CORBIS


“Entonces será tiempo de volver a casa, conectar cada une con su centro, volver a la propia columna, a la respiración profunda, a la conciencia de sí.

La prevención de no expandir un virus, que no nos deje sin reflexión colectiva, ni asambleas creativas. Todo bien con prevenir, mas…estimo pensar ese prevenir como un volver al propio centro, concentrar, volver a habitarse más concientemente.

Estimo que hay cosas que suceden sin un gramo de ingenuidad de las grandes potencias mundiales. Coronavirus, virus de laboratorio que se desparrama en la sociedad prohibiendo el abrazo, el saludo cuerpo a cuerpo, el encuentro, la manifestación de los cuerpos colectivos.

Y tanta lucha en la calle Latinoamérica…
por tu salud – te dicen – guardate en tu casa!

Tomaré entonces ciertas medidas, lavaré mis manos y mi cuerpo entero, y tomaré reflexiones varias, leeré y escribiré, moveré el cuerpo estando en casa y me comunicaré con mis tribus. Aquí en casa, Latinoamérica.

Mi salud se fortalece en tribu, mi sistema inmunológico se hace fuerte en los vínculos saludables, creativos, amorosos conmigo misma y con les otres.

Mi salud es saludable sin agrotóxicos. No escuché que mandaran a cuarentena a todes quienes lanzan agrotóxicos. El agrotóxico es mortal y es una tortura al pueblo cuando le cae encima o cuando lo come en su alimento.

Mi salud es saludable sin violadores, ni agresores sexuales.
Mi salud es saludable sin femicidios.
Mi salud es saludable sin machismo, ni patriarcado.
Mi salud es saludable sin desmontes.
Mi salud es saludable con un sueldo docente digno.
Mi salud es saludable con el feminismo.

Se están suspendiendo todos los eventos, esos donde haríamos funciones, donde nos encontraríamos con la danza, con la música, con el teatro, con las vidas.

Nos vamos a prevenir, pero que prevenir no sea cosa de zombis. Si nos vamos a prevenir que sea para volver a casa y pensarnos el cuerpo completo, ¿qué es eso que amamos hacer-ser? y apostarnos sin miedo. Que ir a casa no sea esperar a que nos vuelvan a dar permiso para salir…que sea ir tan profundo que nos hagamos reversibles, re-ver-sensible, ir tan profundo que la con-concentración nos haga expandir. Y ahí ese virus vuelva a ser la danza, el teatro, la música, el encuentro, la vitalidad. La pandemia de las artes!

****************
[[en el mundo entero hay gente muriendo a cada instante por algo que no es el coronavirus, que es una inequidad absoluta en la distribución de las riquezas, inequidad absoluta del goce de los derechos humanos y no escucho las alarmas.]]

*****************

Cuando nos encontremos de nuevo – (a la vista de todes, porque encuentros no faltarán de mientras) – que sea siendo-haciendo lo que amamos y nuestro sistema inmunológico estará funcionando muy bien, la posibilidad de muerte la habitaremos diferente y el sistema opresor, macho dictador no tendrá las fuerzas suficientes para vencernos.

Salú!”

Ari Andreoli
bailarina clown creadora educadora
13 de marzo 2020

“Y la gente se quedaba en casa
Y leía libros y escuchaba
Y descansó e hizo ejercicios
E hizo arte y jugó
Y aprendió nuevas formas de ser
Y se detuvo

Y escuchó más profundamente
Alguien meditó
Alguien rezó
Alguien estaba bailando
Alguien se encontró con su sombra
Y la gente comenzó a pensar diferente

Y la gente sanó.
Y hubo ausencia de personas que vivían
en una peligrosa
ignorancia
Sin sentido y sin corazón,
Incluso la tierra comenzó a sanar

Y cuando el peligro terminó
Y las personas se encontraron
Lloraron por los muertos
Y tomaron nuevas decisiones….
Y soñaron con nuevas visiones
Y crearon nuevas formas de vida.
Y curaron completamente la tierra
Justo cuando fueron sanados.”

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